El popular Roberto Gómez Bolaños, el Chavo del 8, murió este viernes en México, a los 85 años.
La noticia recorre las redacciones del mundo, y ha impactado de un modo increíble en Nuestro Pais, donde tenía una legión de seguidores
Personajes inolvidables, muletillas, chistes, frases, refranes cambiados. Chespirito, cuyo verdadero nombre era Roberto Gómez Bolaños, se fue, pero dejó cientos de imágenes y palabras que suenan una y otra vez a través de generaciones.
Abandonó esta vida con 85 años y una abundante lista de entrañables creaciones cómicas que lo hicieron famoso en más de 90 países y 50 idiomas. Prueba indiscutible de un humor universal.
Mexicano, nacido el 21 de febrero de 1929. Fue el segundo hijo (de tres) de una familia de clase media. Su padre, artista y bohemio, murió cuando él era muy pequeño; su madre, mujer a cargo de tres niños, dio todo por ellos.
Gómez Bolaños transcurrió una infancia repleta de miedos, pero supo sacarle provecho y, a partir de ellos, construyó muchas de sus caracterizaciones.
Fue un hábil deportista; destacado boxeador y futbolista amateur. Tuvo la astucia de capitalizar la agilidad de su cuerpo para la actuación, con saltos, tropiezos y caídas.
Era bueno con el dibujo y las matemáticas. Comenzó la carrera de ingeniería, pero nunca la terminó. Sus habilidades artísticas y el querer escapar de un futuro monótono, lo llevaron por otro camino. Afortunadamente.
Sus inicios fueron como escritor, en publicidad primero, donde su nivel de comicidad y buena redacción lo destacaron. De allí pasó a la radio y luego a la televisión, donde unió la escritura y el humor, con la actuación. Esto impactó en su carrera y saltó a la fama.
La primera vez que actuó fue a los 29 años como reemplazo en un programa en vivo y después de eso vinieron papeles pequeños en distintos ciclos.
En 1958 se inició en el cine, como adaptador de la película Los legionarios, con sus anteriores compañeros de televisión, el dueto cómico Viruta y Capulina. Su apodo, Chespirito, que lo acompañó toda su vida, fue obra del director de cine de este film, quien sorprendido por su excelente escritura, decía que era como un Shakeaspeare chiquito, un Shakeasperito. El mismo Gómez Bolaños lo castellanizado y de ahí Chespirito..
Fuente: La Nacion de Argentina.
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